MARILÚ MÉNDEZ RADA pudo haber sido la primera mujer fiscal general de la historia, pero un montaje judicial urdido desde las mismas entrañas de la entidad, al parecer avalado por la cúpula de entonces, se lo impidió. En ese momento era la jefe nacional del CTI y, ya consagrada como la de mejores resultados contra la delincuencia en la última década, su nombre figuraba en una carpeta que reposaba sobre un escritorio de la Casa de Nariño, con las hojas de vida de diez juristas, de los que deberían salir los tres candidatos para la terna que enviaría el jefe de Estado a la Corte Suprema.
Durante la administración de ALFONSO GÓMEZ MÉNDEZ, siendo la directora regional del CTI en el Tolima, lideró el desmantelamiento de todos los frentes de las FARC que operaban a sus anchas en el Sur del departamento, gracias a una «mina de oro» en información que logró obtener, de la mano de varios informantes e infiltrados de Inteligencia Militar.
Cientos de videos de las incursiones, grabados por la misma guerrilla, los obtuvo la doctora MÉNDEZ como resultado de sus argucias investigativas. Las cintas mostraban claramente la forma como planeaban los asaltos al comercio y los bancos y sedes de la Caja Agraria de cada uno de esos pueblos, incluso, hasta los festejos con sancocho de río y música de fondo, con los que celebraban el éxito de las tomas.
En rueda de prensa, anunciando resultados contra las FARC
La «Dama de Hierro»
Con semejante arsenal probatorio, MARILÚ MÉNDEZ logró lo que ninguno de sus antecesores se había atrevido a buscar y a compilar: individualizar a todos y cada uno de los jefes de esos frentes de las FARC, identificarlos plenamente con alias y nombres propios, clasificar las estructuras y sus líneas de mando, además de las rutas que seguían los dineros saqueados tras sus violentas faenas.
«Nunca antes el Estado Colombiano había logrado acumular toda esa información tan valiosa, sobre la forma como operaban las FARC en el sur del Tolima», resaltó GERARDO, uno de los investigadores que la acompañó en las tareas de rastreo de información y análisis de videos, fotografías y comunicaciones radiales y telefónicas.
No hay que olvidar que en esa época, el sur el Tolima era considerado territorio de ALFONSO CANO y esos frentes eran los encargados de mantener las finanzas y gastos de los bloques de Tolima, Huila y Cauca. Se tomaban esos pueblos del sur, cada vez que les daba la gana, destruyendo estaciones de Policía y saqueando el dinero de almacenes y entidades bancarias, ante la impotencia de habitantes y la «vista gorda» de las autoridades.,
A partir de los hallazgos de MARILÚ MÉNDEZ, la guerra contra las FARC en esa parte del territorio fue arrojando resultados más alentadores, lol que se reflejó en que, poco a poco, las sangrientas tomas se fueron haciendo menos frecuentes y la presencia armada ilegal, tan descarada en tiempos anteriores, casi que desapareció.
Antes de llegar a llegar a su tierra natal (Oriunda de San Luis) fue directora en el Magdalena y el Valle. Fue tal su eficacia de la directora del CTI en el Tolima, que el nuevo fiscal general que reemplazó a GÓMEZ MÉNDEX, no dudó en traerla para Bogotá, donde, a los pocos meses, asumió la dirección nacional del CTI, desde donde también lideró varias investigaciones que requirieron minucia pericial y trabajo forense y de campo.
Y llegó al puesto justo cuando el escándalo de las chuzadas del DAS alcanzaba su nivel de mayor ebullición. Fue ella la que decidió allanar las instalaciones del DAS, de donde los agentes del CTI sacaron toda la información encriptada en los computadores, archivos, fotografías, discos duros, memorias electrónicas, informes de Inteligencia y grabaciones. Todo este acervo probatorio más tarde serviría a jueces y magistrados y a la misma Corte Suprema, para encausar y perfeccionar la macro investigación por las llamadas «Chuzadas y seguimientos ilegales» que desde el DAS se planificaron y ejecutaron contra magistrados, políticos opositores del Gobierno y periodistas.
El día que Marilú Méndez metió el CTI al DAS
El montaje
Sus compañeros no olvidarán jamás que, gracias a ella, obtuvieron el derecho a una pensión más temprana, así como al pago de unas primas extraordinarias por la labor desempeñada por los agentes del CTI en apartadas y peligrosas zonas de orden público de la época.
En el Congreso, logró demostrar que los agentes del CTI, al igual los militares y agentes de la Policía Nacional, también exponen sus vidas en medio del conflicto armado, en el entendido de que deben acompañar a las tropas en sus desplazamientos a zonas de combate, donde realizan trabajos de campo investigativo y forense, además de la tarea de levantamiento de cadáveres e identificación de víctimas.
«La estratega», según la Revista «Huellas» de la Fiscalía
MARILÚ MÉNDEZ Contaba con «el guiño» de varios asesores del Alto Gobierno, incluido el del propio presidente URIBE, de sectores del Congreso, de los partidos y de un buen sector de las altas cortes, para que su nombre fuese incluido en la terna de la que saldría el reemplazo de su exjefe MARIO IGUARÁN.
Pero con lo que no contaba era con una traición, con la envidia y con los celos internos. Fue así como, en medio del escándalo de la contratación del Fondo para los secuestrados, FONDOLIBERTAD, el nombre de la directora del CTI apareció en una carpeta oculta, en la que se le señalaba de haber favorecido a un abogado con el que había tenido vida marital décadas atrás. Se trataba de un contrato para que ese abogado dictara un seminario en el Ministerio de Defensa, direccionado a agentes del CTI.
Como el seminario iba dirigido a agentes del CTI de diferentes ciudades, la entidad asumió unos gastos de traslados y viáticos, una suma que no sobrepasaba los 5 millones de pesos. Sin más pruebas que «dichos de oídas», un supuesto informe «reservado» de Inteligencia interna, señaló que MARILÚ MÉNDEZ acordó con los organizadores, para que el abogado recibiera el contrato para dictar un taller durante el evento. Y con ese indicio fue procesada, detenida y separada de su cargo.
Más de una década luchó por demostrar su inocencia ante los jueces
Aunque desde un principio alegó su inocencia y su obrar de buena fe, la Fiscalía, ya bajo la dirección de VIVIAN MORALES, la llevó a la cárcel y la acusó de actos corruptos. Más tarde se sabría que el fiscal anticorrupción que ordenó su detención, tenía una clara prevención contra MARILÚ MÉNDEZ, luego de que ella denunciara, por actos de corrupción, a otro funcionario, que resultó ser pareja sentimental del mismo fiscal del caso.
Este portal conoció que la doctora MÉNDEZ tuvo en su poder pruebas documentales, como historias clínicas y reportes médicos, que probaban que su fiscal acusador tenía una clara adicción a las drogas y que frecuentaba bares Gay de la capital del país, donde al parecer consumía alucinógenos. De hecho, mas tarde fue víctima de una paliza a la salida de uno de tales sitios, y permaneció «desaparecido» durante dos días. Sus escoltas lo encontrarían en una clínica del barrio Chapinero, en estado convaleciente y aún con efectos de alguna droga.
El «Falso positivo» judicial contra MARILÚ MÉNDEZ también habría tenido fines políticos, según se conocería más tarde. Con su detención, mediáticamente el escándalo de FONDOLIBERTAD desvió su atención hacia la directora del CTI y no hacia otros protagonistas de alto poder. No hay que olvidar que el Ministro de Defensa de entonces era JUAN MANUEL SANTOS, el ordenador del gasto, es decir quien ordenó la multimillonaria contratación de FONDOLIBERTAD. Y tampoco hay que olvidar que entre los beneficiarios con los jugosos contratos, figuraban varios de los más cercanos colaboradores y amigos del Ministro, algunos de los cuales posteriormente fueron asesores de su Gobierno cuando fue presidente de la República. Contra ellos, no hubo una sola investigación.
«Ella fue el conejillo de indias», dijo un fiscal que conoció de cerca el proceso.
Viviane Morales era la fiscal cuando capturaron a Marilú Méndez
Para fortuna de MARILÚ MÉNDEZ, el periodo de VIVIANE MORALES se vio truncado de forma imprevista, gracias a un fallo del Consejo de Estado que la sacó del cargo, pues se declaró que su periodo era institucional y no personal. Así las cosas, quedó el camino libre para que, tras una nueva terna presentada a la Corte, el nuevo fiscal general fuera el exmagistrado EDUARDO MONTEALEGRE.
Garantista y protector de los Derechos Fundamentales, el fiscal MONTEALEGRE reasignó el caso de MARILÚ MÉNDEZ. Un nuevo fiscal anticorrupción analizó de nuevo las endebles pruebas recogidas para apresarla, concluyendo que, en efecto, ella había actuado de buena, sin Dolo, dejando en claro que dicho seminario no se causó Detrimento Patrimonial ni se incurrió en Peculado, y que la exdirectora del CTI no se había beneficiado económicamente del evento.
MARILÚ MÉNDEZ recobró la libertad al ser declarada inocente y empezó otra batalla, esta vez, para recuperar el buen nombre mancillado por las publicaciones periodísticas, además de reclamarle al Estado una indemnización que la resarciera moral y materialmente por los daños que este «Falso Positivo» judicial le causó a ella y a su familia y a su carrera profesional, pues fue imposible que otra entidad estatal o privada la contratara, pese a su excelente trayectoria, hoja de vida y su laureado pasado en la Administración Pública.
El pasado mes de noviembre, cuando planeaba unas vacaciones dignas y tranquilas al lado de su familia, una noticia del portal «Las Dos Orillas» la sorprendió y llenó de felicidad y tranquilidad espiritual. El Consejo de Estado falló en su favor, condenando al Estado por la detención injusta y el atropello y persecución judicial a la que fue sometida, ordenando el pago de una millonaria indemnización.
La noticia publicada por «Las 2 Orillas»
Pero la dicha le duraría poco, dirán algunos, porque un fulminante ataque al corazón se la llevó de este mundo, justo cuando alistaba maleta para reunirse con sus hijos y un nietecito que se había convertido en su razón de vivir. La idea era celebrar con ellos la llegada del nuevo año y brindar con sus seres más queridos por la victoria jurídica que acababa de obtener.
Pensar en su propia muerte era algo que, por supuesto, no le parecía muy divertido a MARILÚ MÉNDEZ, pese a que pasó gran parte de su existencia rodeada de temas criminales, mortuorios y forenses. Eso sí, nunca le pasó por la cabeza la idea de que algún día alguno de quienes fueron sus subalternos en el CTI, tuviera el encargo de levantar su cadáver.
Luego de su abrupta salida de la Administración Pública, encontró calor humano en las mantas de la Fe cristiana, en una Iglesia en la que, además de solidaridad, apoyo emocional y tranquilidad, encontró otra forma de ejercer y seguir practicando lo que más le gustaba y mejor supo hacer: el Derecho Penal.
Su último Gran Amor
Sus hijos y el nieto que le devolvió la alegría
Como, desde entonces, se sintió en paz con Dios, no le temía a la muerte, aunque sí a la forma en que ocurriría.
Imaginó que sería tranquila y dulce, pero no que ocurriera tan pronto. Aún habían planes en su cabeza, que comenzó a tejer desde cuando alcanzó su autosuficiencia laboral y profesional, después de su abrupta salida de la Administración Pública. Hasta el día de su muerte, seguía soñando con levantar una gran oficina tipo Bufete de abogados, a donde se llevaría a trabajar a varios de quienes fueron sus más fieles escuderos y asesores en el CTI, además de una que otra fiscal, a quienes valoraba más por su lealtad y fidelidad, que por sus destrezas jurídicas.
Fue amiga de sus amigas. Así de pragmático. Especialmente de quienes le dieron la mano cuando el mismo Estado al que sirvió por años, no solo le dio la espalda y la echó «a patadas» del servicio público, sino que la lapidó mediática y legalmente para sacarla del camino.
La última vez que el autor de esta nota habló con ella, fue a propósito de la noticia de «Las 2 Orillas». La idea era que «se destapara», que vomitara tantas verdades que guardó en su corazón y mantuvo atravesadas en la garganta. No quiso ese mismo día, pero se acordó un encuentro para después de la temporada vacacional, del que debería salir un reportaje periodístico sobre el drama al que el Estado la postró, por culpa del “Falso positivo” que le montaron para que no fuese ternada para el cargo de Fiscal General.
Parte de su tiempo lo pasaba en Ibagué
“Todavía No quiero hablar del tema, esperemos unas semanas, pero que hablo hablo, y voy a contar unas cuantas verdades”, expresó, cuando se acordó la entrevista que nunca se hizo.
Ese mismo día, dijo, había hablado con María Elvira Bonilla, la directora de “Las 2 Orillas”, agradeciéndole por la publicación que hizo del fallo judicial que le daba la victoria. A ella tampoco quiso darle una entrevista. MARILÚ MÉNDEZ no era un ser de rencillas, venganzas, resentimientos. Desde su llegada a la Iglesia Cristiana, se declaró en paz con todo el mundo. «El pasado quedó en el pasado»
No era una persona pretensiosa. De hecho, no mostró mayor interés en la suma que recibiría del Estado. Lo primero que le pasó por la cabeza fue montar el bufete de abogados y ayudarle a algunos colegas y amigas, ex fiscales, que trabajan informalmente y sin ingresos fijos.
La publicación la sorprendió gratamente. Se sintió aliviada y la primera persona en la que pensó, más allá de sus hijos, fue en Nicolás, su nietecito de 5 años, el ser que le dio nuevos ímpetus de vivir y le hizo caer en cuenta que la vida vale la pena, pese a las adversidades.
Volvió a ser mamá, volvió a consentir, a recibir consentimientos y a decir y escuchar “te amos” diarios.
Sus hijos, ya grandes y también nadando en los océanos del Derecho, se habían alejado de ella por la fuerza de los compromisos y sus trabajos, pero manteniendo intacto y fuerte un tierno hilo conector.
Prefirió la vida en solitario. Fue una mujer de pocas amigas, de escaso roce social. Desde hacía cinco años, su tiempo tuvo dueño propio: Nicolás, el nieto. Sola, pero no solitaria. Así la encontró la muerte entre la noche del 30 y la madrugada del 31 de diciembre, acurrucada al borde la cama, quizás mientras elevaba la que sería su última oración al Tododeroso, cumpliendo así una de las máximas de su vida reciente:
«Hay que estar en Paz con Dios, eso es lo único a lo que un ser humano debe aspirar»