«TIERRA, TIERRA, TIERRA», gritaron CRISTÓBAL COLÓN y sus acompañantes de aventura, cuando por fin avistaron los primeros pedazos de continente, luego de meses navegando con las esperanzas casi nulas, y al borde de la muerte. Miles de años después, esa arenga fue parodiada por miles de colombianos, «TIERRA, TIERRA, TIERRA», pero esta vez expresando su regocijo al ver la imagen del expresidente ÁLVARO URIBE sentado en el banquillo de los acusados, señalado de ser el autor de graves delitos de corrupción, cometidos en su afán por comprar testigos y manipular sus declaraciones.
Y no es para menos. Nunca antes en la historia constitucional de Colombia, un personaje de semejantes «Kilates», que además alcanzado la investidura de Presidente de la República, había sido llevado al mismo banquillo donde se deben sentar los más peligrosos delincuentes o presuntos delincuentes, mientas un Juez les lee los cargos en su contra.
Uribe en el banquillo, con uno de sus abogados
La imagen hizo que en las calles muchos de esos colombianos reflejaran su sentimiento de alivio, una manera de recuperar la confianza en la Justicia y sus operadores, muchas veces señalada de parcialidad, de ser lenta e inoperante, especialmente en favor de los llamados «delincuentes de cuello blanco».
«La Justicia cojea pero llega«, expresaron internautas en redes sociales, al ver al otrora poderoso dirigente político paisa ocupando una de las alargadas sillas del complejo judicial de Paloquemao, en Bogotá, el mismo por donde a diario desfilan delincuentes de toda calaña.
Antes de su ingreso al edificio judicial, en los alrededores del mismo se apostaron algunas decenas de simpatizantes del exmandatario, la mayoría congresistas de su bancada y militantes de su partido, ocultando sus verdaderos rostros con cartulinas con la fotografía impresa de la cara del hoy acusado y presunto delincuente. Fue su forma de protestar por lo que consideran «una injusticia y persecución política» contra su líder natural.
En caso de que la jueza del caso logre culminar la audiencia, que se ha visto empañada por las maniobras dilatorias de los abogados de la defensa, y siempre y cuando se sostengan las pruebas presentadas por la Corte Suprema y la Fiscalía, el expresidente URIBE podría pasar a la historia como el primer mandatario popularmente elegido, en ser condenado por graves actos de corrupción.