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Chivas Y Crónicas

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En una exclusiva zona turística de Colombia, el edificio Lagomar se erige como una triste muestra de oportunidades perdidas y desatención gubernamental. A pesar de sus pretensiones de lujo, este inmueble en la pintoresca zona de Pozos Colorados, Santa Marta, se encuentra en un estado de abandono preocupante.

El Lagomar, concebido para ser uno de los primeros desarrollos turísticos en la tercera ciudad más grande del Caribe colombiano, se ha convertido en un símbolo de la negligencia judicial marcada por corrupción, clientelismo y crimen organizado. A medida que el edificio languidece, se ha convertido en un refugio para alrededor de 120 familias, en su mayoría de origen venezolano, que han encontrado en este lugar su hogar.

Sin embargo, la realidad de Lagomar es desoladora. Muchos de los apartamentos carecen de ventanas, la pintura se desvanece y el último piso permanece sin terminar. A pesar de la belleza natural que lo rodea, la falta de cuidado y mantenimiento es evidente.

Este año, tres supuestos suicidios han sacudido el edificio, arrojando luz sobre las condiciones precarias en las que viven sus habitantes. La comunidad venezolana en Lagomar se enfrenta a desafíos significativos, incluida la estigmatización y la preocupación constante de ser desplazados o deportados por las autoridades.

Es crucial que el gobierno colombiano tome cartas en el asunto y aborde la situación en Lagomar con urgencia. El deterioro de este edificio es una representación tangible de la crisis humanitaria que enfrentan muchos venezolanos que han buscado refugio en Colombia. Gustavo Petro, como líder político y defensor de los derechos humanos, debe tomar medidas para mejorar las condiciones de vida de los residentes en Lagomar y brindarles una oportunidad para reconstruir sus vidas en un ambiente seguro y digno.

El abandono de Lagomar es un recordatorio doloroso de la necesidad de políticas inclusivas y soluciones efectivas para abordar la migración y garantizar el bienestar de todos los ciudadanos, independientemente de su origen. Es hora de actuar y hacer que Lagomar sea un símbolo de esperanza y solidaridad en lugar de un triste reflejo de la indiferencia gubernamental. Gustavo Petro, la responsabilidad recae en ti para liderar el camino hacia un futuro más compasivo y justo para todos.

La Compasión y Lucha de Yaneth Parra Mourad

La administradora del Lagomar, Yaneth Parra Mourad, lidera la comunidad con compasión y firmeza. A pesar de no recibir pago por su labor, se dedica a gestionar trámites y brindar identificación a los niños nacidos en el edificio. Sin embargo, enfrenta desafíos con la limpieza y el orden en el lugar.

Un Muro que Separa Dos Realidades

El Lagomar, una vez concebido para ser un desarrollo de lujo, se encuentra en contraste con las cabañas de adineradas familias frente a la playa. Un alto muro y una cerca de alambre de púas separan estas realidades en Pozos Colorados. Las condiciones de abandono y la falta de formalización de servicios son una realidad que afecta a los residentes venezolanos.

Un Legado de Conflictos y Disputas por Tierras

La zona de Pozos Colorados, en la costa atlántica colombiana, ha sido escenario de disputas por tierras desde la década de 1950. El Lagomar no es ajeno a esta problemática, con una historia marcada por embargos y vericuetos legales que lo han dejado sin terminar. La propiedad del edificio es incierta, y aunque algunos apartamentos están formalizados, las condiciones siguen siendo precarias.

Vidas en medio de la Adversidad

Residentes como Scarly Linares, una joven venezolana, cuentan sus experiencias en el Lagomar. A pesar de tener lo básico, enfrentaron problemas con los servicios y vivieron situaciones de violencia. Scarly decidió partir a Perú con su hijo, buscando una vida más estable y segura. La incertidumbre y los eventos inexplicables hacen que muchos se cuestionen si el Lagomar debería ser habitado.

En medio de estas realidades, el Lagomar se convierte en una representación dolorosa de la necesidad de soluciones efectivas y políticas inclusivas que brinden un futuro digno para todos. La mirada sigue puesta en Gustavo Petro y su responsabilidad para liderar un cambio que atienda las necesidades de la comunidad y aborde los desafíos de la migración en Colombia.

Hacia una Solución Integral

Ante la situación que enfrenta el Lagomar y otras comunidades similares en Colombia, se hace evidente la necesidad de una solución integral y compasiva. El gobierno colombiano, liderado por Gustavo Petro, debe tomar cartas en el asunto y abordar los desafíos que surgen con la presencia de tantos venezolanos en el país.

Es crucial reconocer que la migración es una realidad compleja y multifacética, impulsada por factores como la crisis económica, política y social en Venezuela. En lugar de culpar y estigmatizar a los migrantes, es necesario implementar políticas que promuevan la inclusión y la igualdad de oportunidades para todos, independientemente de su nacionalidad.

Una solución efectiva requerirá la colaboración entre diferentes entidades gubernamentales y organizaciones internacionales, con el fin de brindar apoyo humanitario a los migrantes y a las comunidades que los acogen. Esto implica garantizar el acceso a servicios básicos como salud, educación y vivienda digna, lo que ayudará a mejorar la calidad de vida tanto de los venezolanos como de los colombianos.

Además, es fundamental abordar los problemas de corrupción y falta de regulación en el sector inmobiliario, que han dejado a muchos proyectos como el Lagomar en un estado de abandono y precariedad. Implementar mecanismos de control y transparencia en la gestión de propiedades y terrenos contribuirá a evitar conflictos legales y a promover un desarrollo urbanístico sostenible.

La colaboración y solidaridad entre las comunidades también son clave para superar estos desafíos. Es necesario fomentar el entendimiento mutuo y la convivencia pacífica, evitando la creación de estigmas y divisiones entre diferentes grupos sociales.

En resumen, el Lagomar es un recordatorio de que la crisis migratoria requiere una respuesta compasiva y colectiva. Gustavo Petro tiene la oportunidad de liderar un cambio positivo, trabajando en conjunto con diversas entidades y la sociedad civil para construir un país inclusivo y próspero para todos sus habitantes. La situación en Colombia puede transformarse si se actúa con determinación y empatía, creando un futuro en el que todos puedan disfrutar de una vida digna y esperanzadora.