• Mié. Nov 20th, 2024

Chivas Y Crónicas

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LA MINJUSTICIA: Posesionó al director del Inpec y quedó desocupada. Y cómo para qué más sirve ese cargo?

COLOMBIA es el campeón mundial con Ministerios de nombres rimbombantes que, a la larga, no sirven para nada. La última perla fue la creación del Ministerio de la Igualdad, que hoy no existe legalmente, pues la norma que lo fabricó fue declara inconstitucional por la Corte Constitucional. Sonaba y se leía bonito, pero en realidad no sirvió sino para crear cinco viceministerios y una jefatura de Prensa e Imagen para la Ministra, a la que poco se le vio figurando. No tuvieron ni sede. Tampoco sillas, escritorios y los computadores con los que empezaron, eran de los mismos funcionarios, Comenzó a funcionar en un viejo edificio del centro de Bogotá, arrendado por varios cientos de millones. Y, antes del fallo que lo «descreó», funcionó como lo que siempre fue: en papel. Lo único real fueron, o siguen siendo, los sueldazos de sus altos funcionarios.

Y así por el estilo, se podrían mencionar:  el de La Cultura, en un país con bajos índices de escolaridad y altos de deserción escolar, cuyos habitantes, además, poco o nada leen libros. El de El Deporte, en un país en el que el presupuesto para el Deporte cada año es más bajo y cuyos deportistas, lo que compiten en el exterior, lo hacen con plata de sus papás, rifas en el barrio y/o préstamos bancarios. El del Medio Ambiente, den un país cuyos gobiernos de turno venden los páramos, talan los árboles de los parques, privatizan las reservas naturales y permiten la deforestación para construir condominios. Y, etcétera.

Colombia tiene un Ministerio de Agricultura, pero sus caficultores y campesinos son y han sido pobres históricamente y donde el precio de la carne ya se mide en dólares, pese a ser considerado «un país ganadero». En Colombia, el que siembra y cultiva la coca es muy pobre, pero el que la vende es  multimillonario. Al primero se le llama «cocalero» y al segundo «Coquero, o capo». El primero anda a pata pelada, el segundo se transporta en Toyotas TX blindadas. Lo mismo ocurre con  el Café. El caficultor debe pedir préstamos cada vez que va a cultivar, mientras que las tiendas «Juan Valdez» se lucran con los miles de millones de dólares que reciben por venderlo dentro y fuera del territorio, sin contar con las camisetas y ls gorras y las burritas.

En ese abanico de ironías «chibchombianas», no se puede queda por fuera el Ministerio de Justicia. Un «elefante blanco» de la burocracia, que dizque «opera» creado en el país con mayores índices de impunidad e inoperancia. La pobre «Diosa Temis» se tapa los ojos, pero de la verguenza.

Para qué sirve el Ministerio de Justicia, si de la labor de administrar Justicia se encargan otras dependencias  igual de costosas y burocráticas como la Fiscalía, las altas Cortes, los Juzgados y los tribunales?

«Para hacer pronunciamientos públicos, para que la Ministra viatique viajando a pueblos y asistiendo a foros de perfil bajo, promoviendo reformas que nunca se aprueban», dice un abogado penalista..

Ángela María Buitrago, la nueva Minjusticia

El reciente nombramiento de la nueva Ministra de Justicia es ejemplo vivo para explicar para qué le sirve a los colombianos este ministerio. El veterano periodista, reportero judicial y hoy  columnista y opinador ÁLVARO AYALA  TAMAYO, en su muy leída columna que semanalmente publica el periódico «El Quindiano» de Armenia, se fajó una muy buena radiografía al respecto. En su acostumbrado ritmo gracioso, irónico, mordaz e inteligentemente narrado, el colega AYALA describió así, sin pelos en la lengua, lo que para él es, ha sido y seguirá siendo el  Ministerio de Justicia:

Ministra de injusticia

La ministra de Justicia nombra al director del Inpec y queda desocupada. La oposición dice que la nombraron por ser petrista. Normal; Petro nombra petristas, Santos santistas, Uribe uribistas y Samper narcos. Se gobierna con los amigos y con quien apoya y financia la campaña presidencial. Quien diga lo contrario es sospechoso. 

Desde Gilberto José Rodríguez Orejuela hasta Santa Lopesierra, pasando por Santos y su patrocinador oficial, Odebrecht, ha sido la constante. 

El ministerio de justicia es un cargo hecho para hombres haraganes. Extraño que una mujer se contagie de vicios tan feos. Aunque un cheque mensual de 45 millones es difícil de esquivar. Luego, hoteles, viajes, citas, viáticos, foros, conferencias, reuniones, cenas, lagartería, escoltas y carros blindados para esconderse. Y como dice el famoso locutor: De aquello nada. 

Ahora se montó en ese embuchado la doctora Ángela María Buitrago, quien tiene más títulos que el Real Madrid. También perderá el partido contra la impunidad y el hacinamiento carcelario. De nada le servirán sus medallas cuando el «árbitro» Petro, le saque tarjeta roja por X, su redsocial preferida. 

Los únicos ministros de justicia competentes en la historia de Colombia fueron los mártires Rodrigo Lara Bonilla y Enrique Low Murtra. Por eso los asesinaron. La justicia siempre ha sido diseñada por los hombres y para hombres. No hay nada más excluyente, por género, que un código judicial colombiano.  El penal no tiene redactados artículos femeninos. Sin temor a equivocarnos se puede decir que, por ley, quitaron derechos penales a las mujeres en nuestro país.  

Nos pintaron como genio a Néstor Osuna, se fue y no hizo ni pasó nada. Lo único conocido fue acariciarle el gato a su esposo Mauricio. Fuera de sus publicaciones en redes sociales sobre las piruetas de sus felinos no hay resultados para mostrar. Algunos servidores públicos salen con el cuento que socializan su trabajo en X o Tik Tok. Pobres tontos, se creen influenciadores.  Si hoy vivieran Hitler y Stalin tendría más seguidores que Taylor Swift. 

La justicia colombiana está colapsada. No solo el sistema penal acusatorio. Muchos delincuentes para tan pocos investigadores, fiscales, jueces y centros carcelarios. Ese cuello de botella convirtió el vencimiento de términos en el mejor abogado del país. ¿Hace cuántas décadas nos están tramando con una reforma a la justicia?

El aparato judicial colombiano está diseñado para no funcionar. Un tumor no se cura con paños de agua tibia y domeboro. El cerebro judicial colombiano todavía es análogo y parece que no hay esperanzas cercanas de pasarlo a un chip digital. 

Le preguntamos a la Inteligencia Artificial cuál era la fórmula para solucionar la crisis de la justicia colombiana y se acogió al silencio, derecho otorgado por la ley.

*Columna tomada del Periódico El Quindiano