La ministra de Justicia nombra al director del Inpec y queda desocupada. La oposición dice que la nombraron por ser petrista. Normal; Petro nombra petristas, Santos santistas, Uribe uribistas y Samper narcos. Se gobierna con los amigos y con quien apoya y financia la campaña presidencial. Quien diga lo contrario es sospechoso.
Desde Gilberto José Rodríguez Orejuela hasta Santa Lopesierra, pasando por Santos y su patrocinador oficial, Odebrecht, ha sido la constante.
Ahora se montó en ese embuchado la doctora Ángela María Buitrago, quien tiene más títulos que el Real Madrid. También perderá el partido contra la impunidad y el hacinamiento carcelario. De nada le servirán sus medallas cuando el «árbitro» Petro, le saque tarjeta roja por X, su redsocial preferida.
Los únicos ministros de justicia competentes en la historia de Colombia fueron los mártires Rodrigo Lara Bonilla y Enrique Low Murtra. Por eso los asesinaron. La justicia siempre ha sido diseñada por los hombres y para hombres. No hay nada más excluyente, por género, que un código judicial colombiano. El penal no tiene redactados artículos femeninos. Sin temor a equivocarnos se puede decir que, por ley, quitaron derechos penales a las mujeres en nuestro país.
Nos pintaron como genio a Néstor Osuna, se fue y no hizo ni pasó nada. Lo único conocido fue acariciarle el gato a su esposo Mauricio. Fuera de sus publicaciones en redes sociales sobre las piruetas de sus felinos no hay resultados para mostrar. Algunos servidores públicos salen con el cuento que socializan su trabajo en X o Tik Tok. Pobres tontos, se creen influenciadores. Si hoy vivieran Hitler y Stalin tendría más seguidores que Taylor Swift.
La justicia colombiana está colapsada. No solo el sistema penal acusatorio. Muchos delincuentes para tan pocos investigadores, fiscales, jueces y centros carcelarios. Ese cuello de botella convirtió el vencimiento de términos en el mejor abogado del país. ¿Hace cuántas décadas nos están tramando con una reforma a la justicia?
El aparato judicial colombiano está diseñado para no funcionar. Un tumor no se cura con paños de agua tibia y domeboro. El cerebro judicial colombiano todavía es análogo y parece que no hay esperanzas cercanas de pasarlo a un chip digital.
Le preguntamos a la Inteligencia Artificial cuál era la fórmula para solucionar la crisis de la justicia colombiana y se acogió al silencio, derecho otorgado por la ley.