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LOS «SUIZOS»: Los niños a los que la mafia colombiana convierte en asesinos.

Redaccion

PorRedaccion

Jul 3, 2025

«SUIZO», es un derivación de la palabra «SUICIDA», que la mafia del narcotráfico de Medellín y de Antioquia adoptó como suya, para referirse a los sicarios contratados para ejecutar sus acciones criminales más osadas: magnicidios, atentados terroristas, sicariatos y ajustes de cuentas. Los «Suizos» de la mafia eran, y siguen siendo, menores de edad, niños, habitantes de los estratos sociales más bajos , preferiblemente comunas, nacidos de familias de condiciones económicas precarias, de mínimos ingresos y escasas oportunidades laborales. De futuro incierto.

En su momento, los «Suizos» se volvieron la mejor opción para los jefes del Cartel de Medellín, que encontraban en estos niños la alternativa más eficaz para cumplir con éxito sus planes. Tuvieron claro que, literalmente, no dejaban «huella» de su accionar. Prueba de ello es que las investigaciones judiciales posteriores abiertas por esas acciones criminales, por lo general, no pudieron escalar hasta los autores intelectuales y/o determinadores.

Fue PABLO ESCOBAR quien se ideó esta macabra estrategia, que no solo le garantizaba el éxito de las misiones, sino además lo blindaba jurídicamente, en la medida en que ese menor de edad reclutado no respondía ante la Justicia Ordinaria, además de que no era sujeto de detención en una cárcel de mayores, lo que lo dejaba expuesto a presiones y amenazas, en caso de que se le ocurriera «hablar».

Pero, por qué otras razones le resultaba tan efectivo al jefe del cartel de Medellín, contar con estos niños? Porque, el plan incluía que el menor de edad fuera asesinado una vez cometiera el acto criminal, en casos como los sicariatos o los magnicidios. Cuando la tarea encomendada fuera un atentado terrorista, que implicara accionar carros bomba, la mayoría de las veces el autor moría  en el intento.

Lo más cruel de esta práctica puesta en marcha por PABLO ESCOBAR, es que en casi todos los casos reportados, el niño contratado era consciente de que podía morir en el intento. Es esta la razón por la cual los bautizaron como «LOS SUIZOS DE PATRÓN».

NICOLÁS ESCOBAR, el famoso sobrino del capo del Cartel de Medellín, relató para un libro periodístico, que con los «Suizos» se pactaba un sistema de pago, incluso con sus propios padres: un primer pago de la mitad por adelantado, y otro para después de ejecutada «la misión».

«Ellos -los suizos- hacían esas vueltas seguros de que, en caso de que les pasara algo, su mamá asegurara un platica para construir la casa o ayudar a sus hermanitos«, recuerda NICOLÁS, basado en las charlas que escuchaba en reuniones de los miembros del ala militar del «Cartel de Medellín».

El Suizo que mató a Lara Bonilla

Quizás uno de los casos más recordados de Niños-sicarios que aún  permanece en la retina de los colombianos, es del asesinato del entonces ministro de Justicia RODRIGO LARA BONILLA, acribillado a balazos en el norte de Bogotá, por un sicario que viajaba como parrillero en una motocicleta.

Como BAYRON DE JESÚS VELÁSZQUEZ, fue identificado el asesino, cuyo rostro de «niño» quedó registrado en las tomas que un camarógrafo de un noticiero de televisión captó de él, minutos después de ser capturado por la Policía, luego de caerse de la moto en plena huida.

Este sicario fue contratado por un hombre mayor, miembro del naciente grupo «Los Extraditables«, brazo armado del  Cartel de Medellín, identificado como alias «El Ronco«. Aunque fue condenado como autor material, años después quedaría libre. La Justicia tardó mucho tiempo en identificar e individualizar a los autores intelectuales del magnicidio, atribuido a PABLO ESCOBAR. Las pesquisas llegaron hasta un empresario antioqueño, cuyas cuentas bancarias, de donde salió el dinero, resultarían entrelazadas con empresas ligadas a poderosos políticos antioqueños.

El sicario que mató a Lara Bonilla

El «Suizo» que asesinó a PIZARRO

De los primeros «Suizos» tristemente célebres del «Cartel de Medellín», figuran GERARDO GUTIÉRREZ, alias «Chaque», un jovencito de 16 años al que contrataron para que asesinara al entonces candidato presidencial CARLOS PIZARRO LEONGOMEZ, del desmovilizado M-19.

Este magnicidio fue un acto de la mayor espectacularidad criminal, pues se ejecutó en el interior de un avión. PIZARRO, guerrillero recién desmovilizado que en esa época era el candidato presidencial del naciente nuevo partido político de izquierda, estaba ingresando a la aeronave cuando, en su trayecto hacia la silla asignada, fue atacado a tiros por el niño sicario, que le propinó varios disparos con un subametralladora automática que, previamente, uno de los escoltas de la propia víctima le dejó escondida en un baño.

El plan diseñado por ESCOBAR incluía que este niño fuera asesinado en el mismo acto. La orden del capo fue cumplida al pie de la letra, por los mismos escoltas del candidato. El escolta que asesinó a alias «Chaque», fue identificado como JAIME ERNESTO GÓMEZ MUÑOZ, adscrito al DAS de la época, según la condena que pesa en su contra como coautor del magnicidio.

Así las cosas, el rastro quedó trucado. Aunque desde un principio las hipótesis apuntaron hacia el Cartel de Medellín y los paramilitares, supuestamente para hacerle un favor a la extrema derecha, las investigaciones no arrojaron resultados en cuanto a la autoría intelectual del magnicidio. De hecho, PABLO ESCOBAR murió sin reconocer su culpa, contrario a lo que haría el máximo jefe de las AUC, CARLOS CASTAÑO.

El «Suizo» que mató a Bernardo Jaramillo

A BERNARDO JARAMILLO OSSA, entonces candidato presidencial y máxima figura de la Unión Patriótica (UP) también lo mataron en el interior de un aeropuerto, cuando se disponía a abordar un avión de Avianca. Ocurrió en el Puente Aéreo de Bogotá, cuando en su trayecto hacia la sala de espera, lo abordó el sicario que le disparó en repetidas ocasiones, delante de todos los presentes, escoltas y pasajeros.

El gatillero que acabó con la vida de JARAMILLO OSSA fue identificado como ANDRÉS ARTURO GUITÉRREZ MAYA, alias «JJ» o «Yerry». En este caso, este jovencito  no fue abatido en el lugar del crimen. Como era menor de edad, fue recluido en un centro de detención para menores, donde no se cumplían con las estrictas medidas de seguridad que garantizaran su vida, si se tiene en cuneta que se trataba del autor de un magnicidio.

Durante una salida autorizada a la calle, lo mataron. El cuerpo del muchacho y el de su padre fueron encontrados en el baúl de un carro. Años después se supo que, con gastos reservados del DAS, se hicieron giros a la mamá y al hermano del sicario, mientras estuvo detenido. Ninguna autoridad se tomó el trabajo de averiguar por qué razón le pagaban una especie de sueldo. Pero el hecho de que nunca delató a quienes lo contrataron para dispararle al candidato presidencial, explicaría las razones de los pagos mensuales que recibió mientras permaneció tras las rejas.

El «Suizo» que voló el avión de Avianca

Casi que para la misma época de la arremetida terrorista y criminal del Cartel de Medellín, cuando le declaró la guerra al Estado Colombiano, el capo de capos PABLO ESCOBAR ordenó que su ala militar planificara un atetado de grandes magnitudes, que sacudiera al mundo.

El encargo le fue dado a CARLOS MARIO URQUIJO ALZATE, alias «El arete», uno de sus más temibles jefes de sicarios, de entera confianza del capo. Este delincuente propuso que el atentado consistiera en explotar un avión de Avianca, en pleno vuelo, ojalá en un día en que en el vuelo viajara un enemigo «emblemático» del jefe del Cartel de Medellín. Entre otros, se barajaron nombres como el de CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO,. dirigentes de Izquierda, ministros de Estado, y/o miembros o colaboradores del Cartel de Cali, entonces archienemigos de la mafia paisa.

PABLO ESCOBAR destinó 2 millones de dólares para ese plan, los cuales fueron confiados a alias «El Arete», quien a su vez hizo correr en el bajo mundo de la delincuencia de Medellín, una especie de «Bolsa de empleo», una oferta pública al mejor postor. Como se trataba de una operación «suicida», no era fácil encontrar hombres tan osados, que preferiblemente no hicieran parte del Cartel, en la medida en que de esa forma se blindaría de toda responsabilidad a «El Patrón. Así las cosas, «El arete» puso a rodar la oferta de los 2 millones de dólares.

Al poco tiempo aparecerían varios «candidatos», pero uno de ellos fue quien más llamó la atención de «El arete», por la forma como ofreció llevar a cabo el plan: un hombre identificado como DARÍO UZMA, quien le hizo una muy detallada exposición de sus.  ideas al delegado de ESCOBAR, quien quedó convencido de que ese sería el camino más idóneo, rápido y efectivo para cometer el siniestro pues, entre otras razones, no dejaría rastro que apuntara hacia ESCOBAR y la cúpula del Cartel.

Acordado el trato, UZMA y «EL arete» definieron posibles fechas, previas labores de inteligencia que harían en Bogotá y Medellín, para lo cual contaron con información que un político muy reconocido en el ámbito nacional, les entregaba a manera de bitácora, que incluía movimientos, rutas y planes de los personajes eventualmente podrían tomar un vuelo saliendo de Bogotá, o de la capital antioqueña, que se ajustara a las intenciones del capo.

UZMA ofreció usar un explosivo sofisticado, nunca antes utilizado en Colombia. Se trataba de un explosivo plástico, una especie de «masa» que se podía adherir a cualquier superficie plana. Según se conocería años más tarde, este tipo de explosivos ya era usado por terroristas de la ETA en España. Estas «masas» se activan fácilmente por la simple subida de la temperatura o presión. Para el caso concreto, la presurización del avión alzando vuelo. En circunstancias especiales, se requiere de un control remoto, en caso de que la sola presión o temperatura no lo active.

Para tal efecto, UZMA buscó a uno de los «Suizos» en la Comuna 13 de Medellín, a quien se le adelantó una primera pate del pago, bajo la promesa de que el resto se le pagaría a su mamá, en caso de que las cosas «no salieran bien». El jovencito no sabía de las verdaderas intenciones del hombre que lo contrató, pues simplemente le hablaron de un trabajo «muy especial para el patrón».

A este niño, el propio UZMA le consiguió una cédula de ciudadanía falsa, lo vistió con ropa de apariencia juvenil, que lo hiciera ver de más edad, de tal forma que pasara los controles del aeropuerto. UZMA ya había determinado que el vuelo sería de Avianca, saliendo del Aeropuerto Eldorado de Bogotá, con destino Cali. Según sus informantes, en el avión posiblemente viajarían CÉSAR GAVIRIA TRUJILLO, y/o un aliado del Cartel de Calo que preparaba una ofensiva judicial contra PABLO ESCOBAR y sus secuaces, ante la Justicia de Estados Unidos.

UZMA le entregó al niño un maletín de cuero tipo ejecutivo, en cuyo interior ya estaba camuflada la masa explosiva. Según sus cálculos, la bomba debía explotar sobre el lugar más cercano a uno de los tanques de gasolina del avión, lo que garantizaría el siniestro. Por eso, compró el tiquete de «El suizo» en una silla de la parte intermedia de la aeronave. El menor llevaba el control remoto en uno de sus bolsillos.

Esta historia resultaría todavía más cruel: UZMA le aseguró al niño que el maletín había sido acondicionado como una grabadora, desde la cual debería grabar la conversación de dos hombres que viajarían en las sillas de al lado, a quienes identificó como «enemigos del patrón».

Para generarle mayor confianza y seguridad, UZMA le prometió al niño que estaría con él durante todo el viaje. Pero, justo antes de que se cerrara el vuelo, se paró y se fue con la disculpa de que iría al baño. En realidad, se bajó de la aeronave dejando al menor solo.

NICOLÁS ECOBAR contaría años más tarde, que UZMA salió directo hacia el parqueadero del Aeropuerto Eldorado, desde donde divisó el despegue del avión, percatándose de la explosión. El niño tenía la instrucción de que activara la supuesta «grabadora», tres minutos después del despegue. El avión literalmente se partió en tres pedazos, que fueron cayendo, como en cámara lenta, sobre una zona montañosa del municipio de Soacha, sur de Bogotá. Todos los ocupantes del fatídico Vuelo 1803 de Avianca, con destino a Cali, murieron. En el lugar, la escena fue dantesca. Restos humanos quedaron colgados en las ramas de los árboles, entre pedazos de ropa y fracciones de maletas.

DARÍO UZMA también fue engañado. Alias  «El arete» no le pagó todo el dinero ofrecido por PABLO ESCOBAR. De los dos millones de dólares, solo recibió 800 mil, un avance para pagos de «logística». Cuando fue a reclamar el saldo, en una reconocida discoteca de Medellín, (propiedad del arete) fue acribillado a bala, en medio de la rumba y la música del momento. Aunque sobrevivió, quedó parapléjico. Meses después, sería asesinado en su casa de Medellín, en la sala, hasta donde llegaron dos sicarios que lo atacaron por la espalda. Murió sentado en la silla de ruedas sobre la que se movilizaba desde el primer atentado.

El «Suizo» que atentó contra Miguel Uribe

Tres décadas después, cuando el país y el mundo creían que el fenómeno de los «niños asesinos» ya había sido superado, la Opinión Pública volvió a sobresaltarse con el caso del jovencito de 14 años que disparó a quemarropa contra el candidato presidencial del uribismo y la ultraderecha, MIGUEL URIBE TURBAY.

Las circunstancias casi son similares a los de los casos anteriormente relatados. El sicario llega al lugar de la escena (un parque del popular Barrio Modelia de Bogotá) con toda la tranquilidad y , al parecer, con la complacencia de agentes de seguridad, se arrima hasta casi un metro de su víctima y le dispara con absoluta frialdad.

Hasta done se podido conocer, los cálculos de quienes diseñaron el plan criminal era que el jovencito fuera asesinado en el instante, en su huida, también con la intención de borrar huellas. Al sicario le prometieron que sería recogido en una motocicleta para huir del lugar, pero esta ayuda nunca llegó. En la carrera buscando a quien supuestamente lo iba a recoger, varios desconocidos (al parecer agentes del Estado) alcanzaron a golpearlo y doblegarlo de forma violenta, de tal manera que no hablara, justo cuando él gritaba, con angustia, que iba a dar nombres y números de  teléfonos de sus compinches.

Gracias a la reacción de la ciudadanía, el menor no fue asesinado y quedó a buen resguardo de la Fiscalía, que de inmediato lo incluyó en un plan de protección de testigos. Una de sus compinches, también detenida, cuenta con apenas 19 años recién cumplidos, pero con antecedentes por otros delitos graves, lo que sugiere que igualmente comenzó a delinquir siendo menor de edad.

Más y más «Suizos» colombianos

El 15 de mayo del 2012, el país se estremeció con la noticia del atentado con una bomba, contra el carro blindado en el que se movilizaba el entonces ministro del Interior y Justicia del Gobierno del presidente ÁLVARO URIBE, el abogado FERNANDO LONDOÑO.

El alto funcionario fue atacado justo cuando su vehículo paró en el semáforo del cruce de la calle 76 con Carera 16, norte de Bogotá, pasadas las ocho de la mañana, y cuando el transitado sector, comercial y de oficinas, se encontraba en plena ebullición de transeúntes y del trafico vehicular.

El atentado se ejecutó con el uso de una bomba tipo «lapa», que un jovencito menor de edad colocó sobre el vehículo, con la ayuda de un imán, que dejó el explosivo pegado sobre las latas del capó de la camioneta blindada. El joven delincuente se alejó unos metros, antes de activar el explosivo con un control, remoto, y antes de salir corriendo sobre la acera, en sentido contrario a la ruta. El ministro salió vivo, pero fuertemente afectado, mientras que uno de  sus escoltas murió en el hecho. Este «Niño» suicida sería detenido y fue enviado a una prisión de menores, de donde se escaparía años más tarde.

En la tarde del martes 17 de junio, una semana después del atentado contra el candidato URIBE TURBAY, otro menor de edad fue arrestado por la Policía, minutos después de haber asesinado con una arma de fuego, a un concejal de un municipio del Chocó, que se movilizaba por la calle en una silla de ruedas.

Como todos estos casos, se sospecha que son cientos los menores de dad que siguen siendo instrumentalizados por la mafia para cometer delitos de este tipo. Bien sea por las bandas del microtráfico, los grandes carteles de droga, las llamadas «Oficinas de cobro», o hasta maridos celosos, o ejecutivos de grandes empresas que necesitan deshacerse de sus socios.

El Modus Operandi sigue siendo el mismo: se contacta a un intermediario que busca a una banda especializada de las que operan en el sur de Bogotá (Sector Ciudad Bolívar) que a su vez contrata al sicario, por sumas casi siempre irrisorias. Las autoridades confirmaron que el niño que disparó contra MIGUEL URIBE, solo alcanzó a recibir 3.500 pesos para que comprara un helado esa tarde previo al atentado, de los 20 millones que le ofrecieron y que, jamás, recibirá.

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