• Mié. Nov 20th, 2024

Chivas Y Crónicas

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EXCLUSIVO: Alias «El Médico», el hombre de la DEA infiltrado en la Fiscalía?

CARLOS RAMÓN ZAPATA volvió a recaer en lo que, al parecer, más le apasiona: el delito. Solo así se entiende por qué razón tres veces ha pisado cárceles y ha vuelto a salir, como si nada. es decir que no se logró en él el  efecto resocializador que busca la pena de prisión.

La primera vez fue por narcotráfico, cuando cayó en una gran redada organizada por la DEA, que logró llevarlo extraditado a Estados Unidos, donde pagó pena de prisión, devolvió parte de los dineros de sus ganancias criminales, así como bienes e hizo entrega de rutas y delató a ex socios, por lo que obtuvo jugosas rebajas de penas y accedió a un trato preferencial en el país de  norte. Quienes lo veían por esas épocas, cuentan que se empezó a dar un estilo de vida cómoda en la Florida, donde se codeó con un sector del «Jet Set» del sur de ese Estado, con abogados, representantes de la farándula hispana,  uno que otro afamado periodista colombiano y, por supuesto, otros ex convictos que como él han colaborado con la justicia de ese país.

Estando allí, viviendo entre lujos, volvió a caer en el delito. Esta vez lo hizo de la mano de una figura inmobiliaria que le permitió convertirse en un «hombre de negocios» en lo que, en esa época, era considerado un próspero y movido sector de la economía «gringa»: la compra y venta de propiedades, especialmente en el sur de Estados Unidos. Al parecer, lo que en principio buscaba el ex narco era recuperar estatus social y amasar una pequeña fortuna que le permitiera vivir tranquilo, aunque no tan descomunal como la que había ganado en el negocio del narcotráfico, que se le esfumó en abogados y arreglos con el gobierno del país que lo juzgó.

Del cartel, al «Jet Set» y al mundo de las finanzas

Pero el «buen chico» que llevaba dentro le duró poco y, más temprano que tarde, volvió a caer en la tentación del dinero fácil, según una investigación de la justicia de Estados Unidos, que logró establecer que detrás del aparente buen negocio de la compra y venta de inmuebles, en realidad se escondía una empresa delictiva dedicada al lavado de dinero ilícito de la mafia. Y de nuevo cayó en manos de los agentes federales qu lo devolvieron a prisión.

De ahí en adelante poco se supo de él, hasta cuando se trascendió que había regresado a Colombia, donde empezó a moverse en el mismos «bajo mundo» de donde había salido, pero esta vez aportando los nuevos conocimientos que traía aprendidos de Estados Unidos, donde se codeó con lo bueno y lo malo y conoció los secretos de cómo evadir radares de autoridades y darle fachada de legal a lo ilegal.

Fue así como apareció involucrado en el gran escándalo de corrupción judicial que estremeció a Colombia en la primera semana de febrero, cuando se descubrió que era el cerebro de una red conformada por altos oficiales de la Policía, de los que trabajan de la mano con la DEA, además de agentes investigadores y de fiscales especializados, una de ellas nada menos que la jefe de las Fiscalías antimafia ANA KATALINA NOGUERA, quien al parecer se había convertido en el enlace de la mafia del narcotráfico para obtener información confidencial.

 

El Infiltrado?

Una de las fotos tomadas por «El médico» a la fiscal antimafia

Alias «El Médico» fue el primero de los capturados dentro de la operación, comandada por la DEA en Bogotá, con el auspicio de la Fiscalía General, que una vez más veía cómo otra de sus grandes fichas termina aliada con los delincuentes que juró perseguir y judicializar.

Lo que ahora parece sospechoso, es que  Alias «El Médico» fue el primero de los detenidos en confesar y entregar valiosa información, que sirvió para llegar alos demás involucrados. Y también se asegura que fue quien entregó las rutas de encuentros y los los movimientos de la red, sus sitios de reuniones, fechas horas y fotos y videos que, al parecer, él mismo grababa en las fincas y hoteles exclusivos en los que se reunían con la fiscal antimafia y otros fiscales de Bogotá, para coordinar la forma de recibir información clasificada, que tras ser sustraída de la Policía y la Fiscalía,  llegaba a manos de otros capos del narcotráfico con deudas pendientes con las justicias de Colombia y de Estados Unidos.

Las preguntas que quedan en el ambiente son: Por qué razón alias «El Médico» grababa sus encuentros con los fiscales y los otros capos? Por qué razón fue el primero de los capturados en colaborar voluntaria y abiertamente y entregar la información que llevó a las capturas de los demás? Por qué su evidente y pasmosa tranquilidad a la hora de entregar sus declaraciones, con «pelos y señales», sobre la forma como operaba la banda?

De ser cierto el rumor de que en realidad CARLOS RAMÓN ZAPATA era un infiltrado de la DEA en la Fiscalía para desmantelar la bandola, más temprano que tarde se sabrá de su verdadero papel. Es decir, si fue un bandido más en busca de nueva plata fácil, o si se trató de un entrampamiento de la DEA que lo usó como señuelo para desmantelar a toda la banda. De ser así, en cualquier momento aparecerá como testigo de cargo, bien sea ante la Justicia Colombiana o ante la Justicia de Estados Unidos, si es que es e país decide pedir en extradición a los capturados, para juzgarlos allá por Obstrucción a la Justicia.

Exnarcos en la DEA

No es la primera vez que un narco arrepentido acosado por nuevos procesos judiciales en su contra, se convierte en informante de la DEA para obtener rebajas en Estados Unidos y recuperar un «estaus» similar al del «exiliado» en ese país, además de obtener pagos por «positivos».

Alias «Juvenal», durante su captura «de mentiras»

Uno de los casos más sonados y recordados fue el de alias «Juvenal», su verdadero nombre Alejandro Bernal, un hombre que se infiltró en el Cartel de Medellín para atrapar con «las manos en la masa» al ex capo de esa organización FABIO OCHOA VÁSQUEZ, quien se había vuelto escurridizo para la justicia de se país, que lo requería no solo por narcotráfico, por ser socio del mismísimo PABLO ESCOBAR, sino también por el asesinato del testigo estrella de la DEA BARRY SEAL, a quien sicarios enviados desde Colombina asesinaron a sangre fría en territorio norteamericano, en Seatle.

En esa oportunidad, alias «Juvenal» montó toda una fachada de negocios legales de compra y venta de ganado en Medellín y Bogotá, donde rápidamente se ganó la confianza de los nuevos herederos del negocio del narcotráfico de Antioquia, a quienes llevaba a sus fiestas que organizaba en lujosas casas de las dos capitales.

Antes de «generar» su nueva vida social en Colombia, y sin que nadie sospechara de su condición de agente encubierto de la DEA, alias «Juvenal» equipó la dos residencias con micrófonos y cámaras de video ocultos, que registraron cientos de horas de los encuentros de los mafiosos y la forma como, a través de las ventas de ganado y caballos de paso fino, camuflaron un sofisticado sistema de lavado de dinero.

Uno de los asiduos visitantes a las casas de «Juvenal», resultó ser FABIO OCHOA VÁSQUEZ, quien más temprano que tarde fue cayendo en el negocio, llevado por la confianza que le generaba este hombre amable y conciliador, de cachetes colorados y actitud tímida,  de quien nadie sospechaba que regresó a Colombia convertido en una ficha de la DEA.

Gracias a su trabajo de camuflaje, Estados Unidos perfeccionó un caudaloso Indictmen que sirvió de base para que una Corte del Sur de la Florida pidiera en Extradición a OCHOA VÁSQUEZ y a otros 30 miembros de un nuevo cartel, dentro de lo que se denominó mundialmente como «La Operación Milenio».

El infiltrado fungió como testigo de cargo en la corte federal, protegido en un seudónimo, contra los capturados, especialmente contra OCHOA VÁSQUEZ, quien hoy día purga una pena de mas de 30 años de cárcel y está a la espera de una nueva sentencia por el asesinato del agente SEAL de la DEA, cuya historia fue llevada al cine por Hollywood, protagonizada por el gran TOM CRUISE.

Alias Juevenal regresó a Colombia años más tarde y, camuflado como un parroquiano más, se fue a vivir a la pequeña y tranquila localidad de Chía, al norte de Bogotá. donde la mañana de un sábado fue acribillado a tiros por sicarios, cuando se tomaba un café humeante en una tienda de barrio, al lado de la carretera.